miércoles, 17 de agosto de 2011

Los bolsillos de la chaqueta

Pasó la larga mañana. Miraba el reloj cada diez minutos con la corta esperanza de ver la hora convenida. Sentada frente al humeante café al principio, frente al frío y negro café después, sonreía para sus adentros cuando le sorprendió el sonido del teléfono. Era Ginno. La hora había cambiado, sería a las ocho, cuando comenzara a caer el sol, el lugar no variaba. Al colgar volvió a mirar el reloj que pendía de su collar, ya eran casi las seis y media. Se dirigió a su cuarto, escogió el atuendo apropiado y comenzó a comprobar que llevaba todo lo imprescindible repartido entre el pantalón, la mochila y su chaqueta.

Llegó a las siete con la intención de tomarse la especialidad de la casa: cacao, leche, miel y nata montada, acompañada por ese esponjoso bizcocho que sólo allí había probado. Repasó mentalmente todos los días, desde el anterior hasta el lunes de hacía tres semanas. Cada acto, cada palabra, cada decisión, alegrándose por absolutamente todas las decisiones pensadas con la cabeza y preguntándose si algunas de las palabras dichas con el corazón habrían influido en el destino que ahora tenía entre manos.

Cuando se dio cuenta, Ginno estaba en la puerta de la cafetería iluminada con la tenue luz de las velas sobre las mesas, mirando entre ellas para encontrarla. Vaciló un instante antes de recoger sus cosas y levantarse para enfrentarse a su futuro. Ginno la saludó con la mano y se dirigió a la mesa en la que estaba. Se sentía preparado para encontrarse con el maravilloso destino que tenía entre manos. Se saludaron mientras se acercaban a la barra para pagar. Shalma introdujo su mano en el bolsillo de la chaqueta para sacar la cartera, la abrió y junto a los billetes sacó una pequeña foto en la que sostenían su primer hallazgo, la miró con nostalgia y felicidad renovada. Pagaron y salieron sin decirse ni una sola palabra. La emoción se leía en sus rostros. Ambos metieron sus manos en los bolsillos de las chaquetas con la excusa de guarecerlas del frío. Ginno guardaba en uno de sus puños una lupa de bolsillo, fría y dura como las semanas que les esperaban en aquel lugar extraño, pero que poco a poco tomaba el calor de su cuerpo para recordarle el deseo que había tenido toda su vida, el mayor descubrimiento que había hecho; Shalma tocaba en su derecha una pequeña muestra, fijada con delicadeza en una cajita transparente, que le recordó porqué se estaba lanzando a la locura de abandonarlo todo por un sueño, el sueño de su vida. Cada uno se preguntaba si hubiese dado media vuelta al salir de la cafetería de no haber tocado esos pequeños objetos con tan grandes esperanzas en los bolsillos de sus chaquetas.


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Los bolsillos de la chaqueta by Mamu L. G. is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

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